Hace bastantes meses ya de nuestra expedición a Marruecos. He preferido reservar una entrada propia a las collalbas que observamos en este viaje ornitológico marroquí. De la familia de los túrdidos son pequeños pájaros insectívoros de un precioso plumaje. Vimos las tres collalbas comunes en la Península Ibérica además de las propias de esta región:
Collalba culirroja (Oenanthe moesta)
Esta especie sedentaria evita las zonas de desierto extremo, así que nos la encontramos en franjas desérticas y llanuras esteparias con vegetación arbustiva.
Es la collalba más colorido de su género, el macho tiene el píleo y la nuca gris con garganta y cara negras. Los hombros y la espalda son negros con franjas blancas en las plumas, la grupa y la base de la cola son rufas y la parte distal de la cola es negra, el obispillo algo rojizo y la cola oscura. La hembra es más clara con un píleo y mejillas color bermejo.
Su época de reproducción es muy larga puede llegar desde finales de febrero hasta junio en la zona donde nos encontramos (Norte de África), por este motivo llegan a tener hasta tres puestas.
Collalba desértica (Oenanthe deserti)
Esta collalba se puede distinguir muy bien del resto ya que las colas son negras. El macho tiene su plumaje superior de tono ocre y las partes inferiores blancas. Rostro y garganta de color negro, que se prolonga por los hombros, y tiene la lista superciliar blanca. Ambos sexos se caracterizan por tener la cola totalmente negra hasta las cobertoras superiores. Las hembras son más pálidas, sus partes inferiores son de tonos más ocre. En invierno los plumajes cambian y el macho se vuelve algo más grisáceo y su garganta negra se salpica de motas blancas.
Es una collalba migradora moviéndose hacia el sur en invierno, hasta el Sáhara y Sahel. Se han dado registros en Europa, con multitud de citas en Reino Unido. En España es un pájaro divagante raro que se ha visto principalmente por las zonas costeras.
Collalba de Seebohm (Oenanthe seebohmi)
Anteriormente considerada una subespecie de la gris (Oenanthe oenanthe subsp. seebohmi) esta collalba es para muchos ornitólogos una especie propia (Oenanthe seebohmi) que se localiza en el noroeste de África. El macho tiene un plumaje totalmente diferente con una garganta negra que se une al antifaz y, en ocasiones, se une a las cobertoras del ala y, en promedio, más blanco en la frente.
Collalba negra de Brehm (Oenanthe leucopyga)
Una de las collalbas que nos fue acompañando durante todo el viaje, en desiertos, barrancos y montañas, zonas esteparias pedregosas… Siempre cerca de roquedos donde sitúan sus nidos, similar a la collalba negra: plataformas de pequeñas piedras, aguantando mejor que otras collalbas la aridez.
Es una collalba esbelta y el macho adulto es inconfundible, aunque puede recordar a la collalba negra pero destaca el píleo blanco, los laterales de la cola blancos y más extensión de blanco en el bajo vientre.
Collalba magrebí (Oenanthe halophila)
De todas ésta es, sin duda, la más rara y escasa de todas las especies que habitan Marruecos, además de muy esquiva. La jugada nos salió redonda cuando nos adentramos en su hábitat, así vimos dos ejemplares muy cerca nuestra. Viven en zonas desérticas montañosas, ramblas secas y barrancos, donde establece sus nidos en grietas y huecos en el suelo.
Esta collalba está muy emparentada con la collalba núbica (Oenanthe lugens), existe mucha bibliografía que aun sitúa la magrebí como una raza de la núbica, pero a diferencia de ésta, machos y hembras tienen plumajes diferentes, además de un área de distribución bien definida.
Collalba gris (Oenanthe oenanthe)
Esta especie es la que tiene una distribución más extensa, desde el norte en áreas árticas donde cría hasta África subsahariana donde pasan el invierno, se le considera una de las especies que más distancia recorren para migrar. En la Península Ibérica cría en zonas de alta y media montaña, en terrenos abiertos y pedregosos.
Collalba negra (Oenanthe leucura)
De plumaje casi negro en su totalidad, esta collalba sedentaria vive en la región mediterránea (Norte de África y sur de España), donde se puede ver en roquedos, zonas montañosas, laderas empinadas y pedregosas con poca vegetación, alcanzando hasta los 3.000 metros de altitud.
Como parte de su cortejo nupcial, el macho acarrea piedras hasta construir un nido bastante elaborado: un montículo de pequeñas piedras donde sitúa el nido que es un cuenco de ramitas, fibras e hierbas. El resto del cortejo consiste en una serie de exhibiciones en su territorio.