Como un niño pequeño esperaba ese día, un compañero y yo habíamos quedado para probar nuevas localizaciones para fotografiar aves en la Sierra de Estepa y dejar un puesto más o menos fijo en ese emplazamiento. Zona en la que se encuentra nuestra estación de seguimiento de aves.
Noche ociosa la del sábado, así que un poquito tarde se me hizo… Aun así en el primer lugar que instalamos la tela de camuflaje nos quedamos, asombrados de la facilidad de entrada de las aves. Teniendo en cuenta que es imposible que nos mantuviéramos en silencio, mucho que contar y bastante sin vernos, con el posadero improvisado de una rama de almendro que sobresalía de la masa arbórea no dejaban de posarse en primer lugar, y con su nerviosismo característico, mosquites comunes y currucas (cabecinegras y capirotadas) y tras ellos los colirrojos tizones, petirrojos, pinzones vulgares, piquituertos, carboneros y herrerillos (por ahora comunes) y no faltó algún mirlo que intentó entrar a hacernos compañía en el puesto.
Considero la media mañana dedicada a esto un éxito, deseando volver y realizar una jornada en condiciones. La ilusión de un crío en Navidad esperando regalos.