Breve reseña histórica
El paisaje evoluciona, va cambiando con el paso de los siglos según la realidad del momento. ¿Y qué mejor testigo del devenir histórico estepeño que el Cerro de San Cristóbal?
La presencia de un edificio termal, relacionado quizá con una villa suburbana en la ladera norte nos indica que ya en la época romana debió considerarse el Cerro como un espacio residencial dotado de ordenación vegetal. Importante en esta ornamentación debió ser la utilización del ciprés (Cupressus sempervirens), especie dotada del valor simbólico de la hospitalidad: agua, comida y cobijo para los viajeros que se acercaban a la ciudad de Ostippo, sombra en las avenidas de acceso y sentido de la espiritualidad para los acogidos a las necrópolis que bordeaban las vías. Y es que debido a la situación estratégica de Ostippo como encrucijada de caminos es probable que este árbol fuese un elemento vegetal que destacaba sobre el Cerro.
Ya en la Edad Media, el Cerro de San Cristóbal se convirtió en un baluarte defensivo ante los conflictos y enfrentamientos propios de un territorio fronterizo. La función de este enclave fue de atalaya para la vigilancia y defensa de la ciudad, por lo que en este momento no habría ningún tipo de arbolado que obstaculizara la vista.
Desde el siglo XVII en adelante, con el abandono definitivo de los palacios y de la ciudad intramuros, la población termina por dar la espalda al cerro de San Cristóbal. Solo los conventos de Santa Clara y San Francisco subsisten entre las ruinas de torres y murallas. El resto del espacio se convierte en muladares y escombreras donde van a parar los desechos de la ciudad. La torre del Homenaje se usa como palomar y hasta los recintos internos del castillo sirven de pasto a los rebaños de cabras y ovejas. La población residual se arracima en los carriles de acceso al antiguo patio de armas reconvertido en cementerio. La imagen de los años sesenta del pasado siglo solo muestra de representación ornamental vegetal algunos ejemplares de acacia (Robinia pseudoacacia) en las vías de acceso a los conventos de San Francisco de Asís y de Santa Clara y a la iglesia de Santa María. Solo vuelven a aparecer los cipreses en el antiguo cementerio, pero esta vez asociados a la simbología cristiana de unión espiritual del Cielo y la Tierra y bienvenida a la vida eterna. Las únicas zonas “ajardinadas” que hay son las huertas de los conventos o algún intento de reverdecer el entorno donde se encuentra la actual guardería.
Hasta los años 70 no se desarrolló un proyecto de gran envergadura: la reforestación con pino carrasco (Pinus halepensis) para proteger y conservar el suelo. Esta especie estaba “de moda” en las repoblaciones forestales de la época al ser crecimiento rápido, resistente a la falta de agua y adaptada el clima mediterráneo.
Entre los 80 y 90 Estepa ganó protagonismo como destino turístico, y el Cerro de San Cristóbal se convierte en la zona monumental más importante. Se realizaron varias apuestas por la ornamentación con plantas de jardinería, se crearon islas de vegetación autóctona (encinas, algarrobos, acebuches, etc) entre los pinos, se arreglaron carriles y se mejoró la iluminación y otros mobiliarios de uso público.
Es en este momento cuando la jardinería se usa como algo estético para disfrute de la población y atracción del turismo.
Nuevos objetivos
Los tiempos cambian y el siglo XXI ha traído nuevos enfoques y usos para los espacios verdes urbanos. Numerosas investigaciones y publicaciones han demostrado una mayor importancia de estos entornos y no solo por su función estética.
En el caso del Cerro de San Cristóbal hay numerosos beneficios asociados al mantenimiento de sus jardines: control de la erosión y los deslizamientos de la ladera, mitigación de las altas temperaturas, disminución de los contaminantes atmosféricos o mejora de la salud mental de la población al reducir la ansiedad y mejorar el ánimo. Además, suponen una gran aportación paisajística a la escena del complejo histórico y un punto importante para el mantenimiento del patrimonio natural de la ciudad.
Todo esto contribuye a que Estepa sea una ciudad más habitable y atractiva a los visitantes.
Educación ambiental
Uno de los usos más importantes que se pueden dar en la actualidad a los espacios verdes urbanos es la educación ambiental. Gracias a ella se van creando valores ambientales y haciendo que la población tome conciencia sobre la importancia de la naturaleza y su conservación y protección desde el ámbito local. En este sentido, el espacio verde del Cerro de San Cristóbal actúa como un aula abierta de naturaleza social donde se fomenta la vida saludable y el respeto por el medio ambiente.
En los últimos años se han desarrollado diferentes proyectos de conservación y estudio de la diversidad, así como rutas e itinerarios guiados para dar a conocer el rico patrimonio natural de Estepa.
La Torre de la Vida
Este es, sin duda, uno de los proyectos de conservación más importantes y longevos que se está desarrollando. En el año 2010 se realizó la restauración de la Torre del Homenaje de Estepa. Esta actuación ponía en peligro la supervivencia de la colonia de vencejos que anidaba en sus mechinales. Gracias a la sensibilidad del Ayuntamiento de Estepa como promotor y a la dirección de obras en particular se realizó una actuación integral, con metodología propia, para salvar a la población nidificante de estas y otras aves en la torre.
Desde entonces, se ha estado realizando un censo anual en época de cría para ir controlando el estado de la colonia de vencejos y de otras especies que también usan este monumento histórico para anidar.
Aunque los resultados del último censo han sido más pobres con respecto a otras temporadas debido, principalmente, a la sequía (50 nidos de vencejo en comparación con los más de 100 del último año), hoy en día la actuación sobre este monumento sigue siendo un ejemplo de una restauración compatible con la conservación de las aves, que ha llamado la atención de técnicos de patrimonio, de urbanismo y de medio ambiente de multitud de municipios.
I Bioblizt Cerro de San Cristóbal
Este gran parque actúa como un pulmón verde donde las especies autóctonas se integran con algunas especies ornamentales, formando así varios hábitats muy interesantes.
En la primavera de 2023 se realizó el I maratón de biodiversidad (Bioblizt), un censo de los seres vivos que habitan el Cerro de San Cristóbal. Esta actividad se realizó con la participación de jóvenes del I.E.S. Ostippo y usando la plataforma de observación de la naturaleza Observation.org. Tres expertos acompañaron a los colaboradores identificando todo lo que se pudo observar u oír en este espacio: invertebrados, aves, reptiles y flora. Se obtuvieron datos muy valiosos para investigación y estudios de biodiversidad. En total se detectaron 138 especies de seres vivos.
Itinerario de biodiversidad
También durante la pasada primavera, se instalaron 3 paneles informativos relacionados con la biodiversidad en puntos clave del Cerro de San Cristóbal. En ellos se muestran algunas especies que podemos encontrar en este espacio natural: aves, polinizadores y especies reproductoras en el Torreón. El objetivo es diseñar un recorrido en el que se pueda conocer la fauna más representativa que se puede encontrar.
Rutas interpretativas y talleres
Como una herramienta más de educación y concienciación ambiental, el Cerro lleva años acogiendo rutas guiadas de ornitología, jardinería, flora y etnobotánica y talleres de creación y colocación de cajas nido, elaboración de cuadernos de campo, etc.
Para obtener más información:
Revista de la feria. Estepa 2010. La Torre de la Vida. Patrimonio natural e histórico en la Torre del Homenaje. Juárez, J.M., Rico, E. 2010
Quercus 397. Objetivo: salvar la colonia de vencejos del castillo de Estepa. Juárez, J.M., Rico, E. 2019
DestinoNatural. 2023. Resultados del I Bioblizt en Estepa. www.destinonatural.org
Autores: Natalia Juárez García-Pelayo, Fco. Javier Pérez Mata
Artículo publicado en la Revista de la Feria de Estepa 2023
Ilmo. Ayuntamiento de Estepa